Hasta hace unos años el juego patológico se diagnosticaba solo en la población adulta. Hoy en día el diagnóstico a menores de edad se está convirtiendo en algo habitual. Según el Consejo Asesor del Juego Responsable en un estudio llevado a cabo en 2018 indicaba que el 56% de lo menores juegan y que incluso algunos jugaban de forma fija entre 1 y 2 veces a la semana. Esta incidencia cada vez más elevada hace imprescindible que se tomen medidas para poder controlarlo.
Pero ¿Por qué un adolescente es más sensible al juego patológico?
Los adolescentes son una población muy sensible a este tipo de juego y su publicidad les afecta más que a los adultos. Hay que recordar que en la adolescencia se está definiendo su identidad personal y que hay grandes cambios a nivel hormonal. Los adolescentes son muy sensibles a las opiniones de sus iguales, de esta forma la publicidad ejerce una influencia a través de la identificación con el equipo, la lealtad y la presión social (según estudio realizado por la Universidad de Deusto, 2019).
Luego a nivel cerebral podemos observar que su corteza prefrontal, que es la encargada del control de las acciones, no se ha terminado de desarrollar, ya que este proceso no termina hasta alrededor de los 21 años. Al jugar y ganar se libera una gran cantidad de dopamina en el cerebro, generando bienestar y placer. A pesar de que las perdidas suelen ser las más habituales, nuestro cerebro "sabe" que puede llegar esa esperada recompensa si logramos volver a ganar, así que seguimos jugando con la esperanza de volver a tener esa explosión de domanina.
La diferencia radica ahora en la edad del jugador, cuando el jugador es adulto su corteza prefrontal "coge las riendas" y para la acción de jugar, porque ya se ha gastado el dinero que tenía o considera que no va a obtener más ganancias, realiza de esta forma un control de su comportamiento. ¿Qué pasa si el jugador es niño o adolescente? en este caso, tal y como habíamos comentado, la corteza prefrontal no está completamente "terminada" por lo que no puede hacer esa parada o cuando la hace ya es demasiado tarde, no solo eso, sino que además también le costará más controlar la acción de jugar otro día.
¿Qué podemos hacer para evitar el juego en los menores de edad?
1. Evitar la exposición continuada a publicad de apuestas o juego online que normalizan el juego.
2. Informar a los menores de los peligros que genera la adicción al juego.
3. Tener control parental en los dispositivos con acceso a internet
4. Generar alternativas, tales como fomentar la practica de deporte o ayudarles a encontrar un hobbie.
5. Si la familia empieza a estar preocupada sobre el juego de su hijo, lo mejor es contactar con un especialista que pueda dar un tratamiento especializado en este tema.
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