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Diferenciar ansiedad y estrés

  • Foto del escritor: Silvia Sánchez
    Silvia Sánchez
  • 9hs
  • 2 Min. de lectura

En nuestro día a día, es muy fácil confundir el estrés con la ansiedad. Ambas son respuestas emocionales del cuerpo, pero tienen orígenes y manifestaciones distintas. Comprenderlas es el primer paso para poder manejarlas con más conciencia y equilibrio.


Estrés: respuesta ante un reto externo


El estrés aparece como reacción a un desencadenante externo. Puede tratarse de algo puntual, como una discusión o una entrega de trabajo, o de algo más prolongado, como una enfermedad o una situación laboral exigente.

El estrés, en pequeñas dosis, puede incluso ayudarnos a rendir mejor. Pero cuando se mantiene en el tiempo, el cuerpo empieza a pasar factura.


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Síntomas más comunes del estrés:


  • Irritabilidad o cambios de humor.

  • Fatiga constante.

  • Dolores musculares o de cabeza.

  • Molestias digestivas.

  • Dificultad para dormir o descansar.





Ansiedad: cuando la preocupación se adelanta a los hechos


La ansiedad no necesita un desencadenante externo tan claro. Es una respuesta interna: una preocupación excesiva o anticipatoria, incluso cuando no existe un peligro real.

Las personas con ansiedad suelen interpretar la realidad como más amenazante de lo que es, y su mente tiende a anticipar el peor escenario posible.



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Síntomas frecuentes de la ansiedad:

  • Insomnio o dificultad para conciliar el sueño.

  • Problemas de concentración.

  • Tensión muscular.

  • Irritabilidad o sensación de inquietud constante.

  • En casos más graves, ataques de pánico.



Según el Consejo General de la Psicología, uno de cada diez españoles presenta ansiedad generalizada, mientras que el 60 % de la población afirma sufrir estrés de forma habitual (INE). Son cifras que reflejan una realidad: necesitamos aprender a cuidar nuestra salud mental tanto como cuidamos la física.




🌿 Consejos prácticos para manejar el estrés y la ansiedad


  1. Identifica si puedes eliminar o reducir el estresor. A veces basta con hacer pequeños ajustes en tu rutina o pedir apoyo.

  2. Rodéate de personas que te sumen. Mantén relaciones sanas con familia, amigos o compañeros.

  3. Cuida tu alimentación. Evita el exceso de cafeína, alcohol y comida ultraprocesada.

  4. Relaja tu cuerpo. El yoga, los estiramientos o la respiración consciente reducen la tensión muscular.

  5. Medita o practica mindfulness. Te ayuda a estar en el presente y a reducir el ruido mental.

  6. Respeta tu descanso. Duerme lo suficiente, evita pantallas una hora antes y mantén horarios regulares.

  7. Muévete. El ejercicio físico mejora el sueño y libera endorfinas que favorecen el bienestar.

  8. Conecta con la naturaleza. Está demostrado que el contacto con entornos naturales reduce el cortisol (la hormona del estrés).

  9. Haz cosas que disfrutes. Reserva tiempo para tus hobbies; no es un lujo, es una necesidad emocional.

  10. Cuestiona tus pensamientos. No creas todo lo que tu mente te dice cuando estás nervioso. Busca evidencias reales y practica la autoaceptación.

  11. Pide ayuda profesional. Si sientes que no puedes manejarlo solo o que afecta a tu calidad de vida, acudir a un psicólogo puede marcar una gran diferencia.


Tanto el estrés como la ansiedad son respuestas humanas naturales. No se trata de eliminarlas por completo, sino de aprender a gestionarlas con amabilidad y conciencia.


Reconocer lo que sientes no es una señal de debilidad, sino un acto de inteligencia emocional.


 
 
 

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